La temporada de calor que vivimos acentúa el impacto que generan los incendios en la naturaleza, en zonas residenciales y en la infraestructura eléctrica. El aporte de todos es fundamental para evitar una afectación mayor a la que el calor ocasiona. Te contamos qué estamos haciendo.
En las últimas semanas todos hemos experimentado cambios de temperatura en el ambiente que nos han obligado a encender los aires acondicionados y ventiladores, a tomar más agua, y a despojarnos de nuestra ropa para el frío. Es evidente que el clima está cambiando y desde finales de 2023, en gran parte del territorio nacional, el calor (más que evidente) ocupa un lugar importante de nuestras conversaciones y diario vivir, en las redes sociales y en los medios de comunicación.
Aunque son múltiples los esfuerzos educativos y los científicos se pronuncian cada año sobre el tema, en el día a día perdemos de vista las razones por las cuales el planeta, como muchos lo afirman, nos está enviando señales serias de que hay que actuar ahora, no sólo de manera colectiva, sino individual.
A esta problemática, se suman los incendios forestales, que con las altas temperaturas se extienden más fácilmente y representan una amenaza creciente cuyos nefastos efectos ya hemos visto en el país y el mundo. Además del impacto en el medioambiente, la fauna y las comunidades locales, las quemas también pueden afectar la infraestructura eléctrica, y con ello, la normal prestación del servicio.
Las principales causas de esta problemática son prácticas humanas como las quemas para cultivar, incorrecta disposición de basuras y piromanía, entre otros. Por eso, desde ISA y sus empresas, trabajamos en campañas de prevención con las comunidades y realizamos un monitoreo de nuestra infraestructura para evitar o mitigar incendios y poder transmitir energía confiable.
Una de ellas es la que adelantamos en ISA INTERCOLOMBIA, denominada «Ni una llama más”, que inició hace más de 7 años (“Un país sin quemas”, en ese entonces) con el propósito de sensibilizar a la población sobre el impacto de los incendios forestales y las quemas en la biodiversidad, la calidad del aire y fundamentalmente en la red de energía eléctrica por el deterioro que causa en equipos de transmisión (especialmente del cableado y los aisladores
de nuestras torres), que conlleva la interrupción del servicio de energía para muchas comunidades.